José Gabriel Barrenechea.
Hemos quedado en el Café Literario para las 10 y 30 pero Mario no llega. Me preocupa ver salir de sus cuevas a la fauna segurosa que casi siempre ronda antes de una detención: El negro cuarentón con su casco de motorista que no sé por qué me parece que va a olvidar en cualquiera de sus constantes idas y venidas, el anodino de las camisas de cuadros que de tan insignificante apariencia nunca consigo recordar sus rasgos exactos… Llegan por fin Mario y Yoaxis: el transporte cada vez más imposible, me cuentan. Pronto un chiquillo imberbe todo tatuado y con unos aretes ridículos está junto al anodino de marras. Cambian una mirada fugaz y el chiquillo viene a sentarse a la otra mesa, mientras el anodino se queda en la puerta enfrascado en imitar la expresión de algún duro de alguna película (¿de Bollywood?). Mario me comenta que es uno de los que siempre están presentes cuando la policía uniformada lo detiene.
Después de concordar en que no tenemos por qué arriesgarnos a que en algún futuro alguien arrastre a este pobre diablo en base a nuestras fotografías, con el consiguiente perjuicio para la tranquilidad de nuestras conciencias respectivas, comenzamos.
G: ¿Cuándo tuviste tu primer acercamiento a la Iglesia?
M: Gracias a Dios puedo decirte que por ese lado soy un hombre afortunado. Le doy gracias a Dios porque desde que nací en la Cuba de 1975, en que todo lo que tenía que ver con religión estaba mal visto, mi familia me llevó a la iglesia bautista. Mis recuerdos primeros allá por los cinco años están en la iglesia bautista.
G: Sé por referencias de algunos de tus vecinos que fuiste un niño muy carismático en tu comunidad, y que ese recuerdo popular explica el hayas conseguido ser profeta en tu propia tierra… o bueno, perdón, pastor. ¿Qué puedes contarme de ese niño?
M: En mis primeros cinco años yo capté lo que me enseñaron en mi iglesia. Si tenía que cantar o recitar lo hacía. Si algo me aportó la iglesia en esos primeros años fue el perder el temor de expresarme en público. Ten en cuenta que en mi pueblito remoto yo había estado en un lugar donde había un piano, donde se cantaba, donde se hacían obras de teatro. Ningún otro niño de mi pueblo tuvo ese privilegio, porque la iglesia, aunque era perseguida en aquella época, era el único lugar en Taguayabón donde se hacían todas esas cosas.
G: Me hablas de persecución a la Iglesia Bautista en esa época, mucho después de los sesentas y a inicios ya de los años ochenta: ¿Era perseguida todavía entonces tu iglesia?
M: El cambio constitucional que hizo pasar al estado de ateo a laico acuérdate que no fue hasta el año 1992. De entonces para acá la política cambió, pero yo viví mis primeros 17 años los contratiempos de ser religioso en un país ateo. Era como una marca que llevaba encima de mí. Conservo mi expediente de primaria que estaba como decimos los cubanos, manchado. Lo comprobé cuando me lo entregaron después de terminar el sexto grado. Hay una página en él en que me clasifican como de religioso y eso era lo que la gente comúnmente llamaba tener el expediente manchado. En los años ochenta vi a muchos de los jóvenes de mi iglesia, algo mayores que yo, que no pudieron coger carreras como medicina o magisterio por tener una mancha semejante.
Diez años apenas antes de nacer mi templo había tenido un sello sobre su puerta. El templo donde hoy soy pastor estuvo cerrado entre el 30 de noviembre de 1963 y el 31 de diciembre del 64. De hecho le quitaron el sello porque el pastor que estaba en aquel momento decidió cambiar de campo misionero, o sea, irse a otro lugar. El pastor, que se llamaba Adalberto Cuellar, estaba muy marcado y las autoridades le dijeron a la iglesia que mientras tanto él permaneciera en sus funciones el templo tendría un sello sobre su puerta. La iglesia no quiso cambiarlo por un sello, pero el pastor mismo decidió marcharse. Tuvo una carga demasiado grande al ver que aquel sello estaba por culpa de él, por así decirlo.
Nací apenas diez años después, por lo tanto todavía esos hechos estaban frescos y se respiraba el ambiente de que se nos perseguía. Yo lo viví porque varias veces en la escuela, tanto primaria como secundaria, preguntaban: ¿quién es religioso? y cuando uno se ponía de pie empezaban abiertamente a hablar todo tipo de improperios en contra de la religión y, bueno, con el fin de avergonzarlo a uno delante de los compañeritos de aula. Nunca se me va a olvidar que cuando en noveno grado se tuvo que escoger de nuestro grupo los que iban a ser abanderados del 2000, una especie de movimiento de estudiantes destacados que había en aquel momento, yo a pesar de todos mis éxitos escolares, de haber sido premiado en varios concursos, de tener buenas calificaciones, no pude ser abanderado del 2000 porque era religioso.
Por lo tanto viví todo eso en carne propia hasta el cambio de política. Que te vuelvo a repetir, fue solo un cambio de política, no un cambio realmente profundo y sincero. Porque a pesar de que muchos como yo pudimos entrar a la universidad me doy cuenta ahora, que miro para atrás, que más bien la intención del gobierno fue que ya que no pudo destruir al opio de los pueblos, la religión, voy a utilizarla, porque este opio lo voy a necesitar para adormecer al pueblo. Y es lo que creo que el gobierno cubano ha hecho desde el año 1992. Las religiones mismas que no consiguió destruir las ha intentado manipular y utilizar como él ha podido, y ahí es donde ha estado mi pleito con ellos, porque yo les he dicho no voy a darle a mi pueblo el opio que ustedes quieren y necesitan darle. Yo le voy a dar lo que libera de lo que oprime y agobia, que es lo que creo que es el Evangelio.
G: ¿Podrías abundarnos un poco en tu posición con respecto a los modos justos en que deben relacionarse la religión y el estado?
M: Estoy muy de acuerdo en que en el Ministerio de Justicia exista un registro de asociaciones, y en que haya claras disposiciones legales para inscribirse en él. Por supuesto que un estado tiene derecho a tales mecanismos de control. Y creo que incluso la legalidad se queda muy corta con solo un registro, porque una de las grandes necesidades que tenemos hoy en Cuba es la de una Ley de Cultos, que ha estado ausente durante todo este proceso de sesenta años. Con lo que si no estoy de acuerdo es con que en falta de todo eso exista una oficina en el nivel más alto del Partido Comunista de Cuba, que aunque ellos quieran dar la idea de que es para facilitar, para ayudar, se dedique en realidad totalmente a controlar y manipular la religión en Cuba. Te hablo de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central, dirigida por la señora Caridad Diego Bello. Veo muy inconsecuente que sea un partido comunista quien tenga una oficina dedicada a atender lo religioso, y que en el estado cubano falten los mecanismos de control legales. Porque todo aquí hoy es muy de locos. Te recuerdo que hablamos de un partido que como es comunista es ateo, y que por tanto es un partido ateo el que se dedica a regir todo lo que sea religión en Cuba.
G: En esencia Mario, eres un crítico de la subordinación de lo religioso no a un claro marco legal, como en cualquier estado de derecho, sino a un departamento del Partido Comunista.
M: Exacto.
Comienza a lloviznar en el parque y en el temor de quedar bloqueados y hambrientos en el Café por uno de nuestros aguaceros bíblicos, decidimos marcharnos a almorzar. El fan de Amitabh Bachhan y su tropa de tatuados, flacas con vestidos ridículos y negros con casco no nos interrumpen el paso y tampoco nos siguen. Corremos a un pequeño y limpio restaurant en la calle Maceo, donde no alcanzamos a descubrir ni cucarachas ni oficiales de la policía secreta. En lo que llega la comida criolla reanudamos la entrevista. Mario me habla de su templo, que con sus maderas de más de un siglo hace aguas en estos aguaceros de verano. Conversamos de las dificultades para comprar maderas en un país en que no hace ni ochenta años ese era el más barato material de construcción. Una cosa lleva a la otra y terminamos hablando sobre las facilidades constructivas con que si han contado ciertas figuras religiosas cubanas.
G: Conoces a muchas personalidades del movimiento bautista. ¿Qué puedes decirme por ejemplo de alguien como Raúl Suarez, a quien en una crónica para 14yMedio llamo “El Bueno”?
M: Coincido con él solamente en su consideración de que los cristianos debemos tener una participación en la sociedad. Pero por supuesto esa participación incluye la política. Lo lamentable en Raúl Suarez es que a pesar de haber avanzado en ese aspecto de la participación del cristiano en la sociedad y la política, escogió la posición equivocada, o sea, la posición de estar del lado de los que pisotean los derechos del pueblo cubano…
G: Él es una especie de místico, y justifica su posición de apoyo al castrismo en algo así como en la comunión que Ernesto Guevara decía sentir entre Fidel Castro y masa en los discursos multitudinarios de la Plaza de la Revolución…
M: Los gobernantes y el pueblo son dos cosas muy diferentes, aun cuando él defienda la posición que es totalmente increíble de que pueblo y gobierno son la misma cosa, eso es mentira, seríamos el único país en toda la historia del planeta. En todas partes del mundo son entes diferentes y Cuba no es la excepción. En consideración a ti que eres ateo, y a gran parte de los lectores de este periódico, he preferido no echar mano de los Evangelios muy seguido, pero solo tengo que decirle al señor Raúl Suarez que haría muy bien en revisarlos de cuando en cuando. Él está del lado de los gobernantes, se ha puesto del lado de ellos y lamentablemente ha participado incluso en actos de repudio como los que ocurrieron el año pasado en Panamá, durante la Cumbre de las Américas…
G: Él se desmarcó…
M: Sin embargo le preguntaron en una entrevista que le hizo la CNN y dijo que había sentido la presencia de Dios en momentos en que él había estado en medio de los gritos en contra de los representantes de la sociedad civil cubana. Declaró también que él no podía estar bajo el mismo techo que uno de esos mercenarios. Lo cual creo que desencaja bastante con la posición que él debía tener como pastor, porque bajo nuestro techo debe de caber todo el mundo. Él mismo predica el ecumenismo, que etimológicamente viene de “un techo común”. Si es así, bajo su techo debían tener cabida todos los seres humanos incluyendo a esas personas de la sociedad civil cubana con las cuales él está en desacuerdo.
G: Un personaje atrabiliario, que en realidad me resulta repulsivo. ¿Entonces me dices que según él Cristo participa en los actos de repudio…?
M: Exacto, Barrenechea. Valora tú.
G: ¡Candela! Mario, cierta declaración tuya sobre el número de iglesias a las que podrías llegar ha causado escozor en algunos representantes del muy susceptible movimiento opositor cubano: ¿Qué puedes aclarar al respecto?
M: Me defino como un simple cura de aldea. Yo soy pastor de dos iglesias, dos congregaciones bautistas que están en el centro de la Isla.
Algunas que otra vez se me ha preguntado que si nuestras iglesias estarían dispuestas a llevar ayuda humanitaria al pueblo de Cuba que tanto lo necesita. Recuerdo que en una ocasión hice la declaración de que sí, que en nuestra Convención Bautista, formada por más de 400 iglesias (hoy en el año 2016 puedo afirmar que son exactamente 475 iglesias) lo hacíamos siempre que teníamos la oportunidad. Que lo habíamos hecho en el periodo especial, cuando en los años noventa nuestras iglesias repartieron aceite comestible, comida, diferentes productos que escaseaban. Declaré que hoy por hoy cualquier persona en el mundo, que sin ningún tipo de condicionamiento tuviese la intención de aportar a las necesidades del pueblo cubano, podía contar con que nuestra Convención estaría dispuesta. Que yo contaba con el Ministerio de Beneficencia de la Convención Bautista Occidental, porque soy un pastor de ella, con voz y voto y con influencia en los otros pastores de iglesia. Porque tenemos una relación de interdependencia muy sólida. De ahí puede haber venido la malinterpretación, ya que tal vez alguna persona pensó que yo afirmaba estar al frente de más de 400 iglesias, ¡y no, falso! A duras penas soy el pastor de dos iglesias rurales. Un cura de aldea, te repito, pero que cuenta con la hermandad de estas más de 400 iglesias. Es muy difícil que yo pueda lograr que las 475 iglesias y los pastores que las pastorean piensen como yo, tal vez mis proyecciones políticas, mis proyecciones sociales, yo no las pueda de alguna manera reflejar en todas esas iglesias y usarlas como caja de resonancia, y te digo, tampoco ha sido o es mi intención, nada más lejos de mis intenciones, pero si para algo puedo contar con esas iglesias es para ayudar al pueblo cubano, y en cuanto a ayuda humanitaria no me cabe duda alguna que por este canal llegará a quienes lo necesitan.
G: ¿Sigues recibiendo las cartas…?
M: Sí, para mi familia y para mí es una gran emoción el hecho de que nos llegan a nuestra casa muchas cartas del mundo entero. A veces de lugares inusitados, de países de Asia y de África, de Australia, de personas que nos siguen en la internet y que quieren manifestarnos que se preocupan, que oran por nosotros. Pero en honor a la verdad te debo decir que estoy convencido de que a nosotros solo nos debe llegar un 10 % de las cartas que nos envían. Porque te digo esto: A veces he visto que algunas de esas cartas llegan con dos y tres meses de retraso, a veces llegan como si hubiesen estado almacenadas en algún lugar y algunas hasta se han mojado. En los últimos meses prácticamente no han llegado con la periodicidad habitual. Estoy convencido y puedo afirmar que no solamente mi teléfono y mi cuenta de correo electrónico están siendo censuradas, sino también mi correo postal. Estoy convencido de que nuestra correspondencia está siendo violada.
G: Para terminar, háblame del cura de aldea de verdad, del de Rosalía…
M: Rosalía es una comunidad que queda a 5 km de Taguayabón. En Rosalía no pasa de cincuenta núcleos familiares. Feligreses bautizados son veinte, lo que pasa es que nosotros cuando hacemos actividades allí logramos reunir a menudo decenas de personas, incluso hasta un centenar. Porque ahí está la diferencia entre lo que nosotros en la Iglesia Bautista llamamos la membresía y la comunidad bautista. En la segunda incluimos a personas que no son miembros pero que son simpatizantes y que suelen asistir. En Rosalía en nuestras actividades especiales logramos reunir a cerca de cien personas. Porque además no existen opciones culturales. A pesar de estar a solo cinco kilómetros de la carretera del circuito norte, te diría que esos cinco kilómetros pesan más que algunas comunidades que están mucho más retiradas en regiones más desoladas del país. Lo que hay hasta allí es un mal camino que la mayor parte del año es intransitable, que hace poco intentaron arreglar, pero que igual, en cuanto llega la temporada de lluvias se convierte en un lodazal. Rosalía es una comunidad olvidada, adonde por ejemplo el periódico no llega, en la que no cerraron la escuelita porque nosotros levantamos la voz, como también tuvimos que hacerlo para que no les quitaran el único transporte público, que lo dejaron ahora una o dos veces a la semana.
En definitiva, estamos en dos lugares de Cuba donde normalmente los pastores no querían ir, para hablarte claro. En la Convención Bautista de Cuba Occidental se decía que había dos iglesias a donde el pastor iba castigado: Una era la iglesia bautista de Carlos Rojas, en el municipio de Jovellanos en Matanzas, que por cierto ya desapareció y solo existe nominalmente en la Convención, y la otra era la de Taguayabón. Yo le doy gracias a Dios que he podido estar ahí, y que he conseguido palear un poco el dolor de mis comunidades.
Nos traen la cuenta, que Mario acapara. Afuera ha dejado de llover y al regresar al parque ya no descubrimos el operativo-corte de los milagros de la mañana. Nos despedimos. Mario y Yoaxis se alejan, mientras yo vuelvo a dejar correr las horas muertas de la tarde en el Café.